Eso es lo que soy, una bruja. Hace muuucho tiempo escribí esta historia en uno de esos momentosde inspiración loca que me dan. Me parecía bonita en ese momento y ahora me asusta porque resultó premonitoria. El final no lo he logrado jejejejeje, pero creo que va a ser así...
Con ustedes la adivinación hecha cuento:
Pasar de nuevo por ese sendero de recuerdos, era para mí, la cura a ese dolor constante que me causaba su ausencia. No era un tiempo suficiente para aceptar que no era para mí; que su olor me era esquivo aunque estaba guardado en mi memoria y que su brillante mirada es ahora solo un opaco recuerdo.
Hubo momentos felices. Tal vez más de los que puedo recordar, cada uno tan diferente a los demás… cada uno lleno de magia, de amor, de odio, de tantas cosas. Tantas promesas diluidas en palabras que ya no escucho porque simplemente no existieron. Parece que la cabeza se me va a explotar de tanto pensar. Ya lloro sin lágrimas y solo siento un constante nudo en la garganta y un quejido que se me atora en medio del pecho porque se tropieza con alguno de los besos que dejó en mis labios antes de irse.
El sol se oculta de nuevo y se acaba un día igual al anterior y peligrosamente parecido al que sigue. Quiero hablarle y decirle lo que pasa. Decirle que no hay un segundo en el que no me tropiece con una de las miles de cosas que dejó en mi casa. A veces una carcajada, otras una mirada, de vez en cuando una lágrima en alguna esquina; pero siempre miles de pedazos del alma que me entregaba cada día… tesoros que yo no supe cuidar y ahora parecen espíritus juguetones que disfrutan con mi angustia cada vez que los encuentro.
Pasan los días y yo sigo rogándole a un dios, en el que no creo, que él se acuerde de que yo estaré acá siempre, esperándolo con los ojos cerrados, siempre listos para un beso; y los brazos abiertos, listos para un abrazo. Nunca entendí por qué se fue. Yo creía ser perfecta para él porque me decía que lo era. Porque me miraba a los ojos sonriendo y me juraba que su mundo era mío y que solo junto a mi encontraba la paz que buscaba.
Ahora no sé dónde está su mundo. Solo voy por ahí tratando de encontrar su cara en la gente que va por las calles. Recorro los lugares en los que solíamos pasar el tiempo. Tomo su café favorito, almuerzo su plato favorito en busca de tener de nuevo el sabor de sus besos en mi boca. Todo es en vano. Miro el teléfono tratando de hacerlo timbrar para escuchar su voz al otro lado pidiendo perdón y rogando volverme a ver… palabras de arrepentimiento que supliquen una segunda oportunidad, un segundo encuentro. Otra vez pierdo el tiempo y las esperanzas se diluyen en el helado derretido que tengo en la mano.
Allí está, camina hacia mí sin darse cuenta. Tiro el cono al piso y corro a abrazarlo. Al sentirlo cerca todo se hace claro. Ya no huele a lo que mi nariz recordaba. Sus abrazos no me reconfortan y su voz es para mí extraña. Su rostro es el mismo de antes y me jura que su corazón también y que no ha pasado un segundo en el que deje de pensarme y que recorre caminos llenos de mis recuerdos buscándome y que ha sentido unas inmensas ganas de llamarme y pedirme que vuelva a su lado. Miles de explicaciones, de excusas aturden mi cabeza y yo no dejo de pensar que ya no es él. Ya no hay nada que buscar, ya hasta los recuerdos se esfumaron. No soporto sentirlo ajeno y me alejo.
Amanece de nuevo y de mi pasado ya todo queda en un fue.
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