viernes, 4 de marzo de 2011

Mmmm... París...


Casi se cumple un año... aún no creo haber estado allá. A veces creo que ese frío que sentí durante mi primera noche en París fue producto de mi imaginación, pero afortunadamente no... hay fotos y testigos que pueden dar fe de que estuve allá, que recorrí las callecitas y las avenidas; que monté en el metro y en el RER. Que vi a la Monalisa en el Louvre y que toqué la torre Eiffel...

Miro para atrás y recuerdo cómo hace un año me monté en un avión tratando de huir de un beso que me quemaba la boca y me dolía en el corazón. Huía de una mentira, de un dolor intenso y de una esperanza enorme que, en caso de desbaratarse, se iba a convertir en una pesadilla.

Extraño ese viaje... lo extraño cada vez que abro los ojos. Pero lo extraño con algunas variaciones. Quisiera ponerlo a él caminando conmigo por París de la mano... quisiera que fuera él mi compañero de asiento en el avión y en el estadio. Quisiera que fuera él quien me ayudara a descifrar en el mapa en qué calle estoy y cuál es la estación de metro más cercana. ¿Cómo puedo extrañar algo que no pasó?, me lo pregunto siempre y llego a la conclusión de que es porque simplemente, cuando crucé el océano para escapar de él; se metió en mi bolsillo, viajó a mi lado y se metió en mis recuerdos.